Muchas veces me llama la atención como la gente alude a la democracia que vivimos en este país para sacar la bandera de la libertad de expresión y de la igualdad. La libertad de expresión es poder hablar de cosas pero sin pasarte (recuerdo la revista el Jueves hace tres veranos) y la igualdad pues más o menos lo mismo. En un país monárquico nunca puede haber igualdad, por no hablar de la diferenciación de la ley rico vs pobre.
Pero otro de los defectos que adolece este país es, sin duda alguna, la política, los políticos y los cargos que ocupan. Hace tiempo que me ronda un pensamiento por la cabeza; Si a cualquier persona que quiere trabajar en cualquier lugar le piden unos estudios, una preparación, una experiencia, ¿por qué no se pide igualmente para los políticos?
Si cualquiera de nosotros queremos entrar en un sitio de la administración, de la empresa privada, en el primer caso debemos pasar unas oposiciones donde se presentan miles para unas pocas plazas, y en el segundo, tenemos que presentar un currículum alucinante. Ahora bien, cualquier ceporro, cualquier vago, cualquier iletrado que no sepa hacer la o con un canuto puede tener un concejalía (con su buen sueldo), una alcaldía (ídem) o incluso un ministerio (más ídem) por el simple hecho de estar afiliado a un partido, e ir en unas listas. Yo me pregunto, ¿cómo es posible que a esa gente, cuyas decisiones nos afectan a todos, no se le pida una mínima preparación académica y cultural? Cualquiera me dirá que la universidad solamente da un título y no es necesario tener carrera para mandar. Falso. La universidad, entre otras cosas, te prepara para pensar, para tomar decisiones y, en definitiva, a saber lo que tienes que hacer, o por lo menos buscar soluciones.
En mi pueblo, por ejemplo, salvo tres o cuatro concejales que tienen diplomatura y licenciatura, el resto son de los del carnet y el número en la lista. Tenemos un agricultor (que me dijo que yo no sabía nada del campo y yo, inocente, creía que él sería ingeniero agrónomo), una ex presidenta de la UNICEF local y el resto falleros. Con estos mimbres, ¿qué cesto se puede hacer? Evidentemente tienen su buen sueldo, mayor que muchos licenciados. Bueno, por no hablar de Pepiño Blanco o de Celestino Corbacho que no han acabado la universidad.
Yo, personalmente, soy partidario de una sociedad tecnocrática. Una sociedad donde los mejores, los que estén más preparados, sean los que tomen las decisiones. Evidentemente preferiría que en materia económica un economista estuviese al mando de un ministerio que uno de carnet. Pero claro, siempre, los mismos, sacan la bandera de la democracia en la que cualquiera puede ser elegido para cualquier puesto (curiosamente no dicen nada de la jefatura del estado).
Mientras estemos gobernando por gente mediocre, por gente que lo único que tiene es una fijación política pero que no sepa como llevarla a cabo, esto siempre será lo que dijo mi admirado Poeta, una España de charanga y pandereta.
Está claro que, a este paso, cuando tenga hijos, más le valdrá que con quince años lo afilie a un partido donde pueda vivir cómodamente que pagarle una carrera. Esto es España y hasta entonces nada habrá cambiado.