No me gusta el WhatsApp. Me parece algo sumamente aburrido, simple y que corta toda comunicación; más que facilitar el contacto creo que lo aleja; no entiendo cómo es posible que haya gente continuamente enganchado a él.
Me saca de quicio tener que mandar más de cuatro o cinco mensajes hablando del mismo tema, por eso, cuando veo que la cosa va para largo prefiero llamar por teléfono y tener una conversación oral antes que estar mensajito va y mensajito viene. Cuando lo uso soy más de, por ejemplo:
Yo: Hola, ¿quedamos a tomar un café?
Él: No, no puedo, en estos momentos estoy ocupado.
Yo: Ah, vale, no te preocupes. Pues nada, otra vez será.
Él: Sí, ya te digo algo y quedamos mañana.
Yo: Vale, cuando quieras. Hasta pronto.
Él: Adiós.
Ya está. Para cosas así, rápidas, quedar con alguien, un recordatorio, etc. y no para que me cuenten su vida con 200 mensajitos. Hace unos días un amigo me contó sus vacaciones letra a letra. Al quinto o sexto lo llamé y me colgó el móvil diciendo que no podía hablar ¡y me tuvo casi media hora diciéndome como se había tostado al sol!
Un ejemplo de conversación que me cabrea es la que voy a escribir a continuación y que prometo que es real:
Él: ¿Cómo estás?
Yo: Bien, estudiando.
Él: Joer macho, ¿no vas a salir a tomar una cerveza?
Él: Simbolito de la jarra de cerveza.
Yo: Sí, más tarde, en una hora o así. Ahora estoy acabando unas cosas.
Él: ¿Dónde vas a ir?
Llegados a este punto ya me estaba saturando, así que decido llamarlo y me cuelga la llamada.
Él: Tío, que no puedo hablar. Estoy en el curro.
Yo: Pues nada, vamos a dejarlo no sea cosa que te pillen con el móvil y tengas problemas.
Aclaración 1: Realmente lo que quiero decirle es: Pues deja de dar por el culo, ponte a currar y cuando salgas me llamas.
Él: No tranqui, el jefe está en otro sitio.
Él: Simbolito con ojos cerrados y sacando la lengua.
Yo: Bueno, pues entonces cuando salgas me das un toque y quedamos, ¿vale?
Él: Ok.
Yo: Venga, hasta luego.
A los dos minutos.
Él: Oye, hazme un favor y ve al estanco y cómprame tabaco.
Él: Simbolito del cigarrito.
Yo: De acuerdo.
Él: Nobel.
Yo: Sí.
Él: Gracias
Él: Simbolito con el dedo levantado.
Él: Díselo a Fernando por si le apetece venir.
Yo: Vale se lo diré.
Aclaración 2: Realmente lo que quiero decirle es: Todo esto se lo podrías haber dicho a él y no darme la tabarra a mí.
Él: Venga tío. Luego te llamo. Voy a currar a ver si acabo.
Yo: Hasta luego.
Él: Ya no te entretengo más.
Yo: Chao.
Aclaración 3: Esto era por educación, ya que mi paciencia estaba al límite. Realmente lo que quiero decirle es: Paso de quedar hoy contigo. Que te den ‘¡pesao!’.
Inmediatamente apago el móvil durante un buen rato no sea cosa que a mi amigo se le haya olvidado decirme algo o haya alguien que se acuerde de mí.
Pues sí. Hay ‘guasap’ y ‘guasaperos’ que se ponen muy pesados. ¡Y ya no digo nada cuando hay dos o tres que te ven ‘en línea’ y te bombardean con mensajitos y simbolitos! A veces la tecnología no siempre es para facilitar la vida.